miércoles, 2 de octubre de 2019

Estímulos para la creación


1 . Partir de una premisa abstracta que no sea demostrable experimentalmente 




El ser humano puede volar, el ser humano puede respirar debajo del agua, el ser humano y la máquina se pueden fusionar.

Si tomamos como ciertas estas premisas, estaremos más cerca de la posibilidad de hacerlas realidad. De hecho, buena parte de la investigación actual del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, vecino a la Universidad de Harvard, se centra en la fusión del hombre y la máquina; teniendo en cuenta que éste es un proceso que se inició hace ya muchos años, con la implantación en el cuerpo humano de prótesis sofisticadas como los marcapasos. Aceptar que el hombre y la máquina pueden llegar a ser una única materia.

Hay que ser osados y capaces de soñar con
los planteamientos más utópicos, para que éstos
se nos muestren cercanos y accesibles.


2 . Cambiar la formulación de los problemas

Afrontar los problemas sin ideas preconcebidas. Si tratamos de diseñar un traje, por ejemplo, no pensemos en un traje convencional.
Debemos plantearnos que estamos buscando una solución para ocultar el cuerpo, para abrigar el cuerpo, para adornar el cuerpo… Y si se trata de un bolso, planteemos la búsqueda de un recipiente para guardar cosas, para transportar cosas, para tener cosas a mano… Sólo así podremos escaparnos de la rigidez de lo conocido, de los colores, formas y materiales habituales, de las soluciones estándar.


3 . Pensar en positivo

Plantear los problemas desde un ángulo positivo facilita a veces las cosas. Por ejemplo, si se trata de encontrar soluciones al problema del tráfico, será conveniente ponerse como objetivo mejorar la circulación de los vehículos en vez de tratar de evitar los atascos. Puede parecer la misma cosa, pero son dos formas bien distintas de canalizar el pensamiento creativo


4 . Cuestionárselo todo

Preguntar las cosas que nadie se atreve a preguntar por miedo a hacer el ridículo. Adoptar la actitud infantil que lleva a los
niños a preguntar por todo. ¿Por qué, por qué y por qué? Sin temor a ser tachado de ignorante. La creatividad está siempre
en las preguntas atrevidas, más que en las respuestas correctas.


Huyendo de la experiencia que limita nuestra
imaginación, sin dar nada por sabido ni
experimentado.

5 . Convertir en imágenes los pensamientos


Los mensajes del inconsciente son efímeros. Pasan por nuestro pensamiento a velocidades de vértigo, y si nos pillan desprevenidos podemos perderlos para siempre. Pero son muy importantes, yo diría que imprescindibles, para alimentar nuestra creatividad; por eso hay que cazarlos al vuelo y dejarlos amarrados a una hoja de papel, para que podamos examinarlos después con calma, convirtiéndolos en productivas ideas. Sin darnos cuenta, hemos hecho este ejercicio muchas veces. Cuando escuchamos a alguien que no logra captar nuestro interés, y nos entretenemos haciendo garabatos en un folio en blanco; o cuando pensamos en algún problema que nos
preocupa mientras dibujamos redondeles, rayas y cuadraditos de manera casi obsesiva. Pero hay una forma de sacar mejor partido a esas elucubraciones. Basta con que lo hagamos de una forma premeditada. Cuando estemos pensando en un problema, plasmemos en un papel todo aquello que nos pasa por la mente, ya sean palabras o imágenes, sin pararnos a pensar en su posible

utilidad para ser aplicadas a la resolución de nuestro problema.


6 . Generar ideas sin límite


Cuando nos pongamos a generar ideas, es necesario suprimir todas las barreras que puedan impedir que éstas fluyan con agilidad.
Hemos de estar abiertos a cualquier pensamiento que nos llegue a la mente, por absurdo que pueda parecernos. Apuntemos todas las ideas que nos vayan surgiendo, sin pararnos a juzgarlas ni criticarlas. Dejemos que unas ideas nos llevan a las otras, combinandolas entre sí y desarrollándose sin limitaciones.


7 . Realizar conexiones al azar 

No podemos desperdiciar nada de lo que nos ofrece nuestro pensamiento, que es un pozo sin fondo de ideas y estímulos enriquecedores. Y para aprovecharlo todo, para llegar hasta los confines de ese gran archivo que es nuestro cerebro, necesitamos dar saltos continuos por encima de nuestro razonamiento lógico. Podemos hacer esto de muchas formas, y una de ellas es preparar un listado de nombres comunes que nada tengan que ver con el problema que nos ocupa.


8 . Explorar todos los ángulos 


A veces, a la hora de proyectar cualquier idea, nos centramos en desarrollarla sólo en función de algunas de sus variables sensoriales, sin tener en cuenta que para gozar en plenitud de las cosas debemos hacerlo con todos nuestros sentidos. En un restaurante, por ejemplo, son muy importantes la decoración, para satisfacer nuestra vista, y la comida para satisfacer nuestro gusto; pero también es importante satisfacer el olfato, evitando los olores desagradables, satisfacer el oído con una agradable música ambiental o, simplemente, evitando el exceso de ruido de las charlas de los comensales, y, por supuesto, es importante que los objetos que están en la mesa: mantelería, servilletas, cubiertos, vajilla, etc., sean también agradables a nuestro tacto.


9 . Dar la vuelta al calcetín  


Un ejercicio de creatividad lleno de sorpresas. Cuando le damos la vuelta a todos nuestros conocimientos, a todos nuestros dogmas

inamovibles, a veces descubrimos de verdad el otro lado de las cosas, el lado brillante que nos revela todo un mundo de ideas
nuevas. Imaginar lo que serían las cosas vueltas del revés: ése es el juego al que debemos someter a todas nuestras certezas, para
encontrar respuestas distintas a las preguntas de siempre.


Podemos hacer una lista original de acciones que debemos tomar para destruir una empresa. Después no tendremos más que
fijarnos bien en esas cosas y tratar de evitarlas, haciendo justo todo lo contrario, para conseguir que nuestra empresa progrese
por el camino adecuado. Invertir los conceptos para ver el otro lado de los problemas. Criticarlo todo, identificando las debilidades, para después, sobre ellas, construir las soluciones.


10. Ponerce en otra piel


El ser humano ha creado muchas cosas a su imagen y semejanza, observándose a sí mismo y considerando su propio cuerpo como un mecanismo perfecto, del que se pueden extraer muchas ideas válidas.

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