No sólo las cosas que nos gustan, sino también las cosas que nos molestan, y que a veces pasan desapercibidas por la fuerza de la costumbre, son oportunidades para la creación.
• ¿Qué me molesta?
• ¿Qué me enoja, cansa o fastidia?
• ¿Qué suelo descuidar por lo mucho que me altera hacerlo?
• ¿Qué me impide tener ambas manos libres?
• ¿Qué me hace forzar la vista?
• ¿Qué suelo aplazar u olvidarme de hacer?
• ¿Qué exige un esfuerzo excesivo?
• ¿Qué me hace sudar?
• ¿Qué ocupaciones me causan dolor o malestar?
• ¿Por qué motivo se deterioran mis ropas, mi hogar, mis
útiles de trabajo?
• ¿Qué faenas me obligan a adoptar posiciones incómodas?
• ¿Qué cosas no me gusta tocar?
• ¿Qué ocupaciones me obligan a mojarme, tener frío, mancharme…?
Todas estas preguntas y muchas otras similares son las
que dan origen a inventos tan prácticos como las boquillas para cigarrillos, los paraguas, los limpiacalzados con aplicador o los guantes de goma para el hogar.
1. Fomentar la exclusividad
Hacer sentir a cada persona que es un ser distinto a los demás.
Proporcionarles la oportunidad de ser personales, importantes y
selectos. Sobre estas claves giran infinidad de acciones de marketing
que proporcionan ingentes ingresos a empresas de toda índole.
Los automóviles hace mucho tiempo que descubrieron la importancia
de adaptar sus modelos a los diferentes gustos de sus clientes.
La posibilidad de elegir pintura metalizada, asientos de piel o llantas de aleación, los distingue de su competencia y aumenta de manera considerable sus ingresos.
2. Estimular la vanidad del hombre gris
Refiriéndose a la televisión, Andy Warhol predijo que con ella
algún día todo el mundo podría disfrutar de quince minutos de fama. No hay más que ver los reality shows que inundan los canales televisivos de todo el planeta, para comprobar que tenía razón.
Sin embargo, el acceso a los medios de comunicación está vedado para la mayoría; pero las cámaras fotográficas y de vídeo han sido siempre un buen sustituto para satisfacer la vanidad de verse inmortalizado en el papel impreso o en la pantalla de un televisor.
3. Convertir en privadas las cosas públicas.
Hacer que las cosas públicas puedan ser privatizadas, para que sean disfrutadas en exclusividad por un solo individuo o grupo familiar, es algo que ofrece muchas oportunidades a una imaginación creativa.
4. Dejar que el usuario intervenga en el proceso.
A los seres humanos nos encantan los retos y muy especialmente los pequeños retos, los que son asequibles para la mayoría y que,
si no se consiguen, no suponen frustraciones importantes. Dejar que el usuario de cualquier actividad participe en el proceso es garantía de éxito.
5. Ponerle a todo mandos, luces y botones.
Excepto las generaciones más jóvenes, que nacen ya con una capacidad extraordinaria para asumir los más sofisticados avances tecnológicos, todos los demás seres humanos nos sentimos muy impresionados por los mandos, luces y botones que adornan las máquinas domésticas con las que compartimos nuestra cotidianeidad. La mayoría de las veces somos incapaces de saber para qué sirven y, por lo tanto, casi nunca las usamos. Apenas alcanzamos a apretar los botones de play y stop en el mando a distancia de nuestro vídeo, o los del programa y la temperatura de la lavadora; pero nos encanta saber que las funciones de ambos aparatos son complejas y variadas para los que tienen la fortuna de saber usarlos.
Hay una cierta magia en todo lo tecnológico, que seacentúa en esos signos externos que nos provocanuna atracción irresistible.
6. Aplicar el concepto de «usar y tirar».
Hace unos dos mil quinientos años, el gran filósofo Heráclito de Éfeso dejó dicho que en este mundo en que vivimos «la única constante es el cambio». Hoy más que nunca esa frase es una realidad que afecta a casi todo lo que nos rodea. Cambiamos de ropa, de coche, de empleo y hasta de pareja con una rapidez que nunca se había visto antes. En el mundo de los objetos, esa afición por el cambio se concreta en el uso limitado que damos a las cosas. Pañuelos de papel, vasos de plástico, zumos, leche y refrescos en
envases de cartón; productos todos de usar y tirar, que nos permiten estar siempre estrenándolo todo. La renovación constante de los más diversos objetos de nuestra vida diaria no es una moda pasajera, sino una tendencia imparable que hay que tener presente a la hora de diseñarlos.
7. Transplantar las características de un producto o servicio a otro
A veces basta con fijarse en las características fundamentales de una actividad y tratar de encajarlas en una actividad distinta, para descubrir ideas sorprendentes que lo cambian todo. Si nos fijamos en los trenes, por ejemplo, y desglosamos sus servicios fundamentales, nos encontramos con cuatro importantes variables a tener en cuenta: transporte, comodidad, servicio de alimentación durante el viaje, y entretenimiento. Ahora busquemos paralelismos en cada una de esas variables.
8. Sumar, restar, multiplicar y dividir.
Todos los cambios pueden ser buenos, porque las cosas no sólo se transforman cuando cambiamos algunos de los elementos que las componen, sino que a veces, sin alterar su esencia, también podemos hacerlas más prácticas, más económicas o más deseables. Duplicar o triplicar el tamaño del envase o del contenido ha sido una herramienta creativa constante para aumentar las ventas de refrescos o detergentes. Hoy día nos hemos acostumbrado a ver
en las estanterías de los supermercados cantidad de productos en tamaño familiar, con el consiguiente abaratamiento en los costes de producción y embalaje.
Alterar el orden de las cosas es una fórmula
creativa que puede dar muy buenos resultados y
que merece la pena intentar siempre.
9. Formar conjuntos armónicos.
Los colores, las formas y los materiales de que están hechos los objetos son susceptibles de ser combinados de maneras muy diversas, pero además pueden servir de denominador común para la creación de una línea completa que puede hacer muy atractivo al conjunto. Las colecciones de los grandes modistas suelen tener siempre presente esa idea a la hora de combinar los diferentes modelos. La línea safari, los tejidos orientales, la lana y la piel, incluso conceptos más
intelectuales como los años setenta o la revolución maoísta, suelen ser motivo de inspiración en las pasarelas. Crear complementos alrededor de un objeto base, puede dar también origen a multitud de ideas, como zapatos y bolso,
pendientes, gargantilla y pulsera, o el clásico juego de piezas que completan una vajilla.
10. Humanizar los objetos.
Los dibujos animados siempre han sido sinónimos de creatividad desbordante. Con ellos podemos llevar a cabo las más extraordinarias fantasías, las situaciones más exageradas, sin que nadie se sorprenda por lo inverosímil de las mismas.
Al humanizar los objetos podemos también conseguir el mismo efecto que con los dibujos animados. Basta con añadir ojos, boca y nariz a un bloque de hielo para dotarlo de sensibilidad y simpatía. Podemos realizar ese experimento con muchos de los objetos que pueblan nuestro universo cotidiano y conseguir con ello dotarlos de interés y emoción inusitados. Objetos anodinos, carentes de originalidad y de diseño, pueden tornarse atractivos con sólo añadirles un pequeño toque de humanidad.
11. Poner las cosas del revés
Lo de arriba abajo, lo blanco negro, lo ancho estrecho, las líneas rectas convertidas en curvas y las curvas en rectas; dar movimiento a lo que está parado, convertir lo opaco en transparente y hacer que la oscuridad se llene de luz. Mezclar lo nuevo con lo viejo, lo rústico con lo refinado. Trastocarlo todo es una forma muy interesante de descubrir nuevas formas, nuevos diseños, nuevas aplicaciones a todas las cosas.
12. Restaurar las viejas ideas
Las viejas ideas que siguen funcionando desde hace mucho
tiempo también son susceptibles de revisión, porque seguro que son mejorables. No hay que esperar a que el futuro termine con ellas, sino anticiparse a su decadencia modernizándolas con ligeros cambios. Algunas de las más modernas actividades, como la música, la moda o el cine, se nutren constantemente de viejas ideas recicladas. Es muy frecuente que se conviertan en éxitos los remakes de películas antiguas, los revivals de viejos estilos musicales
y el up to date de modas trasnochadas.
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